viernes, 29 de mayo de 2009

1808 Los cañones de Zaragoza (2008), de Fernando Lalana & José Mª Almárcegui


Estaba yo buscando con prisas una lectura juvenil. Estos días finales de curso estamos revisando las lecturas que hemos establecido en ESO y Bachillerato y queríamos hacer un par de cambios: un libro de 3º de ESO y otro de 4º para los que no tenenmos alternativas claras. Me he puesto a leer precipitadamente alguno de estos libros juveniles, por lo general poco enjundiosos.
Éste, enmarcado en la historia de España, me atraía. Leí hace tiempo uno o dos libros de Fernando Lalana que me gustaron (El zulo era uno, creo recordar). El planteamiento de éste era como un Episodio Nacional pero en versión contemporánea.
He terminado la lectura descontento. El libro es ameno, es entretenido y está bien escrito pero me han disgustado dos aspectos: desconoce o menosprecia lo religioso y es muy superficial.
Los protagonistas son unos mercenarios venecianos que vienen a parar a Zaragoza coincidiendo con el ataque de las tropas francesas. En un determinado momento los autores recapitulan los posibles argumentos por los que algunos hombres deciden quedarse en Zaragoza a combatir: El sentido del honor o del deber, la generosidad, el amor, la abnegación, la insensatez, la cerrazón, la locura, la atracción por la muerte, la búsqueda de gloria o el deseo de venganza... Es decir: salvo alguna invocación de atrezzo a la Virgen del Pilar o algún cura con trabuco que aparece también de decorado, para ningún personaje la fe constituye un móvil de sus actos ni interviene en sus comportamientos. Se me hace difícil de aceptar.
Ya de paso anoto otra cosa chocante: un par de veces aparece la expresión "por Dios" pero con minúscula. Dudo si es un empeño laicista de rebajarle a Dios su gloria o la presuposición de que el personaje que empleaba la expresión lo hacía desprovisto de sentido religioso o un simple descuido tipográfico. En cualquier caso me resultó muy forzado y extraño.
Lo que he llamado superficialidad es que la trama amorosa que incluye la novela sigue el guión del cortejo de las películas de Hollywood y la chica se acuesta con el chico a las primeras de cambio sin más problemas ni compromisos. La chica se supone que es nada más y nada menos que Agustina de Aragón pero, en la novela, bien pudiera tratarse de Sandra Bullock o, por actualizar un poco más mis tópicos, Keyra Knightley.
Una lástima, porque el libro es entretenido. 3/5.


lunes, 25 de mayo de 2009

Cranford (1853), de Elizabeth Gaskell



En algún lugar del blog expliqué cómo llegué hasta este libro: buscando algo de Elizabeth Gaskell después de conocer la excelente mini-serie de la BBC "Norte y Sur", basada en una novela suya así titulada (Lo encontré: mi comentario está aquí).
Cranford es una narración breve. Está compuesta de capítulos casi independientes que se publicaron en su día en una revista periódica.
Casi independientes. De vez en cuando, sobre todo al final, algunas noticias y personas van entrelazándose con otras anteriores y creando una trama ligera. Es un libro de gran calidad. Tiene como protagonista a la "alta sociedad" femenina de un pueblecito inventado. Los temas de cada capítulo son las menudencias que llenan su vida y sus conversaciones: sus miedos, un sombrero nuevo, una boda, un desconocido...
La narradora participa de este mundo pero también pone en evidencia ante el lector, con cordialidad, sin sarcasmos, los aspectos ridículos y los heroicos de sus vidas provincianas.
Muy bien escrito. Con una frase o dos Gaskell resuelve con finura un complicado retrato psicológico o deja caer un divertido comentario suavemente irónico.
Lo malo ha sido que lo he leído a trancas y barrancas. Un triste destrozo. Este libro pide momentos de lectura distendidos. No era (claramente) el libro para un final de curso con tensiones, cansancio y falta de tiempo. Pero es que hay una serie de la BBC también sobre este libro y yo quería verla pero habiendo leído primero el libro. ¡Si es que no se puede tener todo (en la tierra)!
Dos citas del libro que introduje previamente en el blog: aquí y aquí.
5/5.

domingo, 24 de mayo de 2009

Esto que he leído lo firmaría de mí mismo

Nunca me he sentido lo que la gente llama un espíritu fuerte y a menudo es para mí una tarea ardua decidir lo que debo hacer cuando me enfrento a una nueva situación. Estoy muy contenta de que... estoy muy contenta de haber visto cuál era mi deber esta mañana, ante aquel pobre hombre; pero es un esfuerzo muy grande seguir pensando y dándole vueltas a lo que debería hacer si se presentara la misma situación otra vez. Creo que prefiero esperar a que esto ocurra y no dudo de que entonces responderé, siempre que la inquietud no me lleve a precipitarme.
(Elizabeth Gaskell. Cranford)

domingo, 17 de mayo de 2009

Historia sencilla de la ciencia (2007), de José Luis Comellas



Comellas es un historiador, un buen historiador con estilo claro. Es también muy aficionado a la astronomía. Quizá de la unión de esas dos corrientes procede este libro en el que, ciertamente, la información sobre cuestiones de astronomía tiene un lugar privilegiado. Pero se habla también del desarrollo de la medicina, las matemáticas, la física, la química etc. A los avances teóricos siguen también las aplicaciones técnicas: el progreso tecnológico. Siguiendo ese hilo repasamos la historia de la humanidad. Las cuestiones científicas se tratan con razonable claridad y concisión envidiable. En 300 páginas se recorre la historia del paleolítico al presente. Comellas, con mucha sencillez, procura introducir al lector común en el panorama científico. El libro me ha impresionado precisamente por esa sencillez.
Por cierto, tengo un amigo leyendo otro libro de Comellas similar, que trata sobre la Tierra (sobre las características de nuestro planeta). Habla también con admiración sobre lo que está leyendo.
5/5

miércoles, 13 de mayo de 2009

El periódico recoge la basura del día anterior

El viernes estuve en otra conferencia (llevo dos en dos semanas) y la ponente (una colombiana: Amalia Quevedo, de la que me leí hace dos años un libro interesante) citó mucho a un escritor colombiano, Nicolás Gómez Dávila. De él procede este principio que se me grabó: “El periódico recoge la basura del día anterior para desayunarnos con ella”.
Por seguir ahondando en mi diatriba antiperiodística, cito de Mark Twain: "If you don't read the newspaper, you are uninformed. If you do read the newspaper, you are misinformed" (Si no lees el periódico estás poco informado; si lo lees, estás desinformado).

martes, 12 de mayo de 2009

Tenemos un gobierno responsable

Cada vez que el Gobierno de Zapatero afronta una cuestión social (divorcio exprés, matrimonio homosexual, educación, aborto) lo hace rápida y unilateralmente.
Son políticas de hechos consumados; sin permitir el debate; sin tantear tampoco la opinión popular o incluso desafiándola.
Diríase que les mueve una fe religiosa. Una extraña seguridad de que la sociedad irá mejor cuanto más desarraigada esté de la fe cristiana. ¿De dónde procede este fundamentalismo? Los talibanes a su lado me parecen más dialogantes.
Por desgracia, los afectados somos todos. Las consecuencias del deterioro moral y la desestructuración social las pagaremos todos. Pero ellos son los responsables. (Bueno: ellos y los espabilados que han sentado ya por dos veces a Zapatero en el gobierno).

lunes, 11 de mayo de 2009

La escuela sin ley (2009), de Amalia Gómez



La escuela sin ley es un libro sobre la violencia en el ámbito escolar, escrito por la que fue Secretaria General de Asuntos Sociales del 96 al 2000.
Amalia Gómez siempre me había llamado la atención cuando era una figura pública y me alegró saber que seguía involucrada en tareas educativas. Al oír hablar de este libro imaginé que estaría bien fundamentado.
Yo, por el momento, necesito pistas en lo que se refiere a lidiar con la indisciplina más que con la violencia. Gracias a Dios, por el momento, no tengo que vérmelas con agresiones. Pero, por desgracia, todo se andará. Bienvenida sea la formación aunque no sea de aplicación inmediata.
El libro me ha gustado por el carácter que transmite de la autora: positiva, realista, prudente y muy respetuosa. No me pareció muy sistemático, tampoco da soluciones definitivas pero no carga las tintas. Anima, sí, a tomarse muy en serio los más pequeños síntomas de acoso (lo que para un adulto es poca cosa, para un adolescente puede ser agobiante); también anima a fomentar la colaboración y coordinación entre profesores, padres y otros asistentes sociales (las medidas aisladas no suelen tener demasiada eficacia); a dar la batalla por una televisión que fomente modelos de vida razonables y, finalmente, a luchar también por corregir la industria del videojuego. La escuela recibe inevitablemente los ecos de la violencia que se extiende en la vida social y vivimos en una sociedad cada vez más violenta. Vienen tiempos aún más duros. Qué podemos esperar. 4/5.

jueves, 7 de mayo de 2009

Nuestra morbosa atracción por lo anormal

Anteayer estuve en una conferencia en la que se habló del paso del tiempo y se distinguió el tiempo mecánico (el que marca el reloj) y el tiempo interior. Era una distinción de Bergson. Digo esto, sobre todo, para que me re-suene un poco más a mí, porque el tema me interesa como ya he ido mencionando en el blog anteriormente (aquí, por ir a la última referencia). Bergson distinguía, además, dos maneras de entender el tiempo interior. Perdonad las imprecisiones: los nombres no los recuerdo y no me veo con ganas de buscarlos ahora. Uno era el tiempo interior sereno o bajo dominio. Por ejemplo cuando realizamos una tarea cuyo final prevemos: estamos comiendo, dando una clase, asistiendo a un concierto o a una ceremonia religiosa. También cuando vemos un partido de fútbol (por cierto: ¡Visca Barça!, ¡los milagros son posibles!. Perdonad la "morcilla".) Son tareas que llevan un tiempo, lo asumimos y el paso del tiempo se estabiliza. Pero hay un tiempo interior dramático o angustiado que es aquel cuyo final desconocemos: es el tiempo del que teme ser descubierto, del que aguarda el resultado de una operación grave, del que espera un acontecimiento cualquiera que quizá nunca se produzca. Es una espera abierta, lo que afecta a nuestra percepción.
Pues bien, hoy he leído una entrada que trata otra cuestión de la que yo también llevo el gusanillo dentro: en qué medida la actualidad periodística contribuye a deformar la visión del la vida. No desarrollo más la idea para no tostar a los benditos que pasáis por aquí, pero os dejo un enlace (aquí), que es el que motivó esta entrada, por si queréis ampliar esta cita.
Hay un deseo malsano de la prensa y los periodistas, de exagerar lo negativo que ofrece el ejercicio de vivir. Me recuerda a la señora Hearst, heredera de un imperio periodístico que se quejaba de que sus diarios solo hablasen de tragedias. Decidió sacar un nuevo diario que solo diese buenas noticias. “Baltimore: Hoy no ha sucedido nada malo”, “Nueva York: Se han casado 17 parejas en el día de ayer”. Tuvo que cerrar el diario un par de semanas después. Deducción: Un periódico no puede traer solo buenas noticias y lo que mejor coloca un joven reportero a su redactor-jefe, es una historia truculenta.

miércoles, 6 de mayo de 2009

Tomando el té con el meñique estirado

Al principio estábamos calladas, buscando un tema de conversación interesante para milady. Se había aumentado el precio del azúcar, lo cual, al acercarse la época de hacer confituras, era una gran noticia para nuestro corazón de ama de casa y habría sido un tema de conversación natural de no haber estado presente lady Glenmire. No obstante, no estábamos seguras de si la nobleza comía conservas, y mucho menos aún de si sabía cómo se hacían. Finalmente, la señorita Pole, que siempre había hecho gala de valentía y savoir faire, se dirigió a lady Glenmire, quien por su parte parecía igualmente azorada por no encontrar la manera de romper el hielo.
-¿Ha estado su señoría en la corte últimamente? -preguntó a la vez que nos dirigía una miradita entre tímida y triunfante, como queriendo decir: "Ya ven con qué buen juicio he elegido un tema propio del rango de la forastera".
(Elizabeth Gaskell. Cranford)

viernes, 1 de mayo de 2009

El soldado desconocido (1922), de Salomón de la Selva

Libro de poemas breves de un soldado en las trincheras. De la Selva es un poeta cosmopolita de origen nicaragüense que escribió también en inglés. Peleó voluntario en la Primera Guerra Mundial.
Si has entrado en este blog anteriormente ya te sonará que tengo una fijación (como dicen mis alumnos, "un pedal") con Journey's End, una obra de teatro del inglés Sherriff. El libro de El soldado desconocido es de la misma época y circunstancia y tiene algo que ver: habla de las trincheras, las luces de bengala, las esperas, las conversaciones anodinas, el sinsentido de la guerra, la nostalgia del amor, el hastío...
El poeta está rodeado de suciedad, cansancio, vulgaridad y muerte. El poemario, sin embargo, es sobrio, limpio, lleno de dignidad. A la hora de escribir, De la Selva se eleva sobre esas adversidades y las convierte en decorado. El poeta es soldado, pero un soldado contemplativo. La muerte acecha a la vuelta de la esquina, pero se acepta la frágil condición humana. Y, como en un diario, el poeta comparte sus impresiones y ocurrencias con un lenguaje llano, de ordinario sin rima, sin grandes brillos.
Pese a las circunstancias, escasean las referencias religiosas; no falta en cambio un sentido humanitarismo. 4/5.
Aquí tenéis el poema más conocido del libro.