sábado, 27 de noviembre de 2010

Desterrado (1955), de Rosemary Sutcliff


La editorial Plataforma está teniendo el detallazo de publicar una tras otra las novelas de Rosemary Sutcliff sobre la Britania romana. Son novelas históricas juveniles, con protagonistas varones, mitad romanos y mitad britanos, aventureros y heroicos. Mis reseñas de anteriores novelas de la saga aquí y aquí. Mi reseña de otra obra diferente de Sutcliff, aquí. La noticia de una película que se prepara sobre una de ellas, aquí.
Por lo que he podido leer, Desterrado (Outcast) no pertenece a la serie de El águila de la IX legión, El usurpador del imperio o Aquila, el último romano porque su protagonista no emparenta con los protagonistas de aquéllas, pero la época y el tono es el mismo. Beric es un huérfano romano criado en una aldea britana. Su pueblo lo expulsa a los quince años y a partir de entonces las desgracias se suceden para él. Pero Beric siempre se sobrepone.
Todo es un poco al estilo de Rusell Crowe en Gladiator, aunque en tono menor; sin implicar en la historia al emperador (todo lo más a un senador o a un centurión). 4/5.

lunes, 22 de noviembre de 2010

Sobre España durmiendo la siesta

Luis ha dejado una nota en los comentarios de mi entrada de ayer que está pidiendo una respuesta.
Llevo tantos días con el blog parado que he decidido responder con una entrada nueva en lugar de hacerlo con otro comentario que quedara sepultado. Aprovecho un huequecillo y redacto unas observaciones.
La lectura de Pequeñeces tenía para mí el interés de ver España en un momento de pre-crisis: 1891. Luis detectaba un paralelismo (que yo no he llegado a dejar por escrito) con el presente.
Efectivamente, entiendo que vivimos un tiempo de crisis y lo veo de la siguiente manera:
1. Crisis cultural occidental: nos hemos criticado tanto la propia cultura cristiana en los últimos tres siglos que ahora ya no sabemos lo que creemos de verdad y la mayoría de nosotros no cree nada.
2. Crisis demográfica occidental: en poco tiempo vamos a tener un serio conflicto con los pueblos musulmanes mucho más numerosos y mucho menos tolerantes.
3. Crisis política: esta crisis es europea (burocratización, partitocracia) y también específicamente española (hipertrofia de un autonomismo insolidario e insostenible).
Me parece que la vida pública mira hacia otro lado incapaz de resolver los verdaderos problemas (que le superan) y centrada más bien en los procesos electorales. La política actual me parece descorazonadora.
La prensa, en general, me parece mentirosa e irrelevante. Mira por su supervivencia económica y trata de apasionar y no de informar.
Tengo la impresión en general de formar parte de un drama que no ha salido muy bien y ya está terminando. Para que empiece el siguiente tenemos que terminar el actual, así que procuraré actuar con dignidad y hacer lo posible para no estropearlo más, pero tengo mis ilusiones puestas en el próximo.

domingo, 21 de noviembre de 2010

Pequeñeces (1891), de Luis Coloma


Era mi segundo intento de leerla. Conservo el propósito de ir leyendo obras que tengo pendientes de la historia de la literatura española. Luis Coloma era un jesuita de buena pluma (autor del cuento del ratoncito Pérez) y, al parecer, Pereda le animó a escribir una novela. Coloma escribió Pequeñeces y la fue publicando por entregas. Tuvo un éxito tremendo pero no ha logrado un huequecillo decente en el capítulo de la novela realista española quizá por su partidismo jesuita pero también por su acusado carácter de "novela de tesis" y porque los personajes son de cartón-piedra.
Me interesé por esta obra cuando supe que fustigaba la frivolidad de la aristocracia de su tiempo.
Siempre se habla de la crisis del 98, del "desastre del 98", ese momento en que España desciende el último peldaño en la escala de la historia. Entonces caemos los españoles en la cuenta de lo que fuimos y lo que somos. Bien se podría parodiar, aplicado al país entero, el comienzo de La Regenta: "La heroica nación dormía la siesta".
Pues lo cierto es que me atrae contemplarla en esos momentos previos en que España ronca plácidamente. Y más me interesa aún si el escritor está precisamente empeñado en vano en hacerla despertar.
Me leí previamente otras dos novelas de intención semejante: "La Montálvez" de Pereda y "La espuma" de Palacio Valdés. Ninguna de las tres me ha entusiasmado pero "La espuma" es, en mi opinión, la mejor del trío.
Las críticas que se vierten en ellas van contra la alta nobleza y, más que nada, por su frivolidad y su cinismo.
En Pequeñeces se cuenta la caída de Currita de Albornoz, aristócrata, guapa y presimida, madre de familia despreocupada de sus dos hijos, mentirosa, enredadora e infiel a su marido. De ser la salsa en todos los platos de la alta sociedad madrileña pasa a ser objeto de desprecio.
Coloma sermonea un poquito (mucho menos de lo que yo me esperaba), pero sobre todo fuerza los acciones para dar un escarmiento a los personajes frívolos. Los deja triunfar en el mundo y luego los humilla. Y a los honestos, en cambio, les concede cierta reivindicación.
Pequeñeces fue, al parecer, bastante polémica. Probablemente influyera en ello el hecho de que mezcla ficción y realidad y en su tiempo podrían interpretarse con más claridad las alusiones. Casi al final de la novela Coloma sale al paso de ciertas "falsas correspondencias". Copio aquí parte de la nota al pie del autor porque deja ver un tono presumido que de vez en cuando adopta el narrador y me resultó antipático: Nuestros personajes no son retratos de individuos determinados, sino tipos de caracteres sociales; y si puede halagar la vanidad del artista que resulten sus creaciones tan reales que no pueda concebírseles sin un modelo vivo, debe de repugnar a la delicadeza y aun a la conciencia del escritor honrado el convertir por este medio un libro escrito con altos fines morales en un intencionado libelo. 3/5.