Se trata de unas memorias que relatan los recuerdos del autor: un sacerdote gerundense que ser fue de misionero a Perú y fue obispo allí de la diócesis andina de Abancay entre 1968 y 1997.
Abancay es una región paupérrima y carente de casi todo pero el relato no pìerde nunca el entusiasmo, pasa por alto todo lo que pudiera ser negativo (apenas se mencionan, por ejemplo, los problemas del terrorismo o el alcohol o las consecuencias de la ignorancia). La mirada bondadosa y agradecida del obispo se trasluce en la manera de contar y, por otra parte, los efectos de regeneración cristiana de la zona también quedan manifiestos. ¡Qué gran labor de servicio a la Iglesia y a los abanquinos!
Ya conocía parte de esta aventura. En algún momento saqué la impresión incluso, de que también había leído ya este libro anteriormente. Aún así, ha vuelto a conmoverme. 5/5
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