Cuando estudiaba lo que entonces se llamaba 2º de Bup, con 16 años, el profesor de literatura nos hizo leer este libro. Algunos de mis compañeros quedaron traumatizados por ello (conozco al menos un caso). Yo, me enamoré aún más de la literatura.
Creo recordar que el libro tiene muchos momentos extraordinariamente lentos donde Pereda describe cada hoja y cada brizna por el envés y el derecho. Dicen que eso lo aleja del lector contemporáneo. Mi experiencia es que eso puede tener un efecto ascético sobre el lector.
Hay, en particular, un viaje larguísimo: el que emprende el protagonista desde Madrid a la Montaña. Es, además de interminable, un viaje hecho a desgana. Después de muchas páginas pesadas e intrascendentes, el protagonista llega a una casa de piedra, donde arde el hogar y le sirven algo caliente de comer. Y el lector descansa también con él y se repone del esfuerzo. A partir de entonces los acontecimientos tienen lugar en un pueblecillo ¡al que cuesta tanto llegar! y son, para el protagonista y para el lector, una vida nueva en un lugar perdido, como un reino escondido.
Me conmueve el prólogo, con la palpitante referencia a la trágica muerte de su hijo; y me conmueve el epílogo con su impresionante conclusión (Lo cité hace meses en el blog, aquí).
He leído Peñas arriba dos veces (la segunda en los años de la universidad) y siento que está pidiendo otra lectura, aunque tengo todavía mucho Pereda que no conozco. Leí Sotileza, que también me gustó mucho y me pareció más asequible. Leí también La Montálvez (que me interesaba por la crítica social que incluye) pero me defraudó mucho.
Se le critica a Pereda que enfrenta el mundo rural (idealizado) con la vida en la ciudad. Pero tampoco es algo exclusivo suyo: Alejandro Casona (en La barca sin pescador, por ejemplo) o Miguel Delibes (por ejemplo, en El camino) también lo hacen y no se les reprocha.
Creo recordar que el libro tiene muchos momentos extraordinariamente lentos donde Pereda describe cada hoja y cada brizna por el envés y el derecho. Dicen que eso lo aleja del lector contemporáneo. Mi experiencia es que eso puede tener un efecto ascético sobre el lector.
Hay, en particular, un viaje larguísimo: el que emprende el protagonista desde Madrid a la Montaña. Es, además de interminable, un viaje hecho a desgana. Después de muchas páginas pesadas e intrascendentes, el protagonista llega a una casa de piedra, donde arde el hogar y le sirven algo caliente de comer. Y el lector descansa también con él y se repone del esfuerzo. A partir de entonces los acontecimientos tienen lugar en un pueblecillo ¡al que cuesta tanto llegar! y son, para el protagonista y para el lector, una vida nueva en un lugar perdido, como un reino escondido.
Me conmueve el prólogo, con la palpitante referencia a la trágica muerte de su hijo; y me conmueve el epílogo con su impresionante conclusión (Lo cité hace meses en el blog, aquí).
He leído Peñas arriba dos veces (la segunda en los años de la universidad) y siento que está pidiendo otra lectura, aunque tengo todavía mucho Pereda que no conozco. Leí Sotileza, que también me gustó mucho y me pareció más asequible. Leí también La Montálvez (que me interesaba por la crítica social que incluye) pero me defraudó mucho.
Se le critica a Pereda que enfrenta el mundo rural (idealizado) con la vida en la ciudad. Pero tampoco es algo exclusivo suyo: Alejandro Casona (en La barca sin pescador, por ejemplo) o Miguel Delibes (por ejemplo, en El camino) también lo hacen y no se les reprocha.
3 comentarios:
Me dispongo a leer Peñas arriba y te agradezco lo que he leído en tu blog. Me hace iniciar la lectura con entusiasmo. No me asusta la lentitud. Tengo experiencia en este tipo de literatura y creo que la lectura debe tener también momentos de esfuerzo porque sin duda se acaba apreciando más. Ya te comentaré lo que me ha aparecido
Me alegra mucho que la reseña te anime. Espero que disfrutes la lectura. Espero también con ilusión ese comentario: ya he señalado yo que la novela me está pidiendo una relectura.
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