Algunas obras de Shakespeare se me resistieron en su dia. El sueño de una noche de verano es una de ellas. La tempestad fue otra. Tiene muchos personajes, algunos fantásticos, e incluye elementos de magia. En fin, la recordaba como una comedia difícil y una de esas lecturas sin terminar. El caso es que iba a ir a verla y tenía interés en leerla antes y me forcé. Y ha sido una lectura difícil pero no tanto como me había temido.
En verdad los personajes son muchos, y además no se distinguen suficientemente: hay dos reyes, el heredero de uno de ellos, el hermano del otro y su hija, los consejeros, los sirvientes... Todos están en una isla después de un naufragio y sus jerarquías no son patentes.
Shakespeare asigna pronto una motivación a cada uno (por ejemplo propone a un personaje asesinar al rey para usurpar su trono) pero esto también parece arbitrario, casi impuesto desde fuera, como cuando Calderón reparte papeles a los actores en El gran teatro del mundo.
Tenemos, pues, muchos personajes con papeles poco caracterizados y motivaciones sobrevenidas, y la comedia va saltando de un grupo de personajes a otro como la atención del espectador de un circo de tres pistas. Golpes de magia. Bailes y canciones... ¡Todo vale! Teatro sin límites o casi sin límites. Prefiero las obras situadas en tierra firme. 3/5.
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