sábado, 4 de mayo de 2013

La tempestad (1611), de William Shakespeare

Algunas obras de Shakespeare se me resistieron en su dia. El sueño de una noche de verano es una de ellas. La tempestad fue otra. Tiene muchos personajes, algunos fantásticos, e incluye elementos de magia. En fin, la recordaba como una comedia difícil y una de esas lecturas sin terminar. El caso es que iba a ir a verla y tenía interés en leerla antes y me forcé. Y ha sido una lectura difícil pero no tanto como me había temido.


En verdad los personajes son muchos, y además no se distinguen suficientemente: hay dos reyes, el heredero de uno de ellos, el hermano del otro y su hija, los consejeros, los sirvientes... Todos están en una isla después de un naufragio y sus jerarquías no son patentes.

Shakespeare asigna pronto una motivación a cada uno (por ejemplo propone a un personaje asesinar al rey para usurpar su trono) pero esto también parece arbitrario, casi impuesto desde fuera, como cuando Calderón reparte papeles a los actores en El gran teatro del mundo.

Tenemos, pues, muchos personajes con papeles poco caracterizados y motivaciones sobrevenidas, y la comedia va saltando de un grupo de personajes a otro como la atención del espectador de un circo de tres pistas. Golpes de magia. Bailes y canciones... ¡Todo vale! Teatro sin límites o casi sin límites. Prefiero las obras situadas en tierra firme. 3/5.

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