La autora repasa los fundamentos teóricos de la labor educativa. Define, clasifica, puntualiza, avanza con criterio sistemático, pero a la vez con brevedad.
Se dirige los profesores, para ayudarnos a perseverar y a mejorar, recordando los principios que deben regir su actuación: condiciones naturales necesarias, preparación conveniente, modo de actuar.
El libro recuerda cuestiones básicas con el fin de que, teniendo la teoría bien clara, la actuación práctica del profesor encuentre una referencia: sigue el principio de que nada hay más práctico que una buena teoría. La razón de esto es que toda práctica educativa encierra un planteamiento teórico (aunque no sea consciente). Por su parte, toda teoría tiene luego consecuencias prácticas.
Me recordó un poco a otro libro que leí hace poco: Aprobado general, de Juan Carlos Eizaguirre (mi comentario, aquí). El otro era más práctico, pero me gustó más éste. Ya tengo ganas de releer los subrayados que le he hecho. 4/5.
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