lunes, 13 de abril de 2009

Cómo sobrevivir intelectualmente al siglo XXI (2008), de Leonardo Castellani

Lo comparan los editores a Chesterton. Es un trascendentalista.
El libro recoge, agrupados por temas, artículos de opinión publicados a mediados del siglo XX en Argentina, en el periódico La Nación.
Empecé a leerlos por el orden de mis intereses del momento: educación, filosofía, literatura, política... No me entusiasmaron. En la mayoría suponen ahora un lastre las circunstancias concretas por las que se escribió el artículo. Queda en pie el estilo desgarrado, el buen humor, el sarcasmo a veces y la postura polemista y valiente.
3/5.

5 comentarios:

alfonso sanz dijo...

Corrige eso: "las circunstancias contretas". Vaya a ser que no se entienda.

alfonso dijo...

¡Cielos!, ¡un lector por el blog!
Un placer verte por aquí...
Gracias por la advertencia. Ya sabes que para los perfeccionistas, hasta las erratas son dolorosas.

Embajador dijo...

¿Qué significa trascendentalista?

alfonso dijo...

Perdona, Embajador, es que es un apunte a "vuelapluma". No es un término de escuela filosófica, es un concepto más bien poético e improvisado por mí.
Lo que quería decir con él es que casi cualquier tema que trata lo eleva inmediatamente a cuestiones trascendentales. Revisa la historia, por ejemplo, a grandes brochazos, como quien la ve desde el cielo, desde el juicio final. Algo semejante con la historia de la filosofía o del arte. Esto, a veces, me impresiona pero, en otras ocasiones, me produce el efecto contrario: de estar simplificando mucho y dogmatizando.

Embajador dijo...

Imaginaba que era una definición tuya propia. Creo que la palabra está bastante bien usada, la definición me gusta. Y posiblemente eso es lo que me atraiga de Castellani, dado que lo que abunda es precisamente el super-analista pegado al último granito de arena del terreno. No se si estoy de acuerdo con la Teología de la Historia implícita en Castellani, pero si que se que hablar en esos términos es muy necesario en tanto que se necesita más trascendencia y mucha menos inmanencia. ¿Se le ha ido demasiado el péndulo?. Ya digo, no se.