El autor es un pedagogo que intenta compensar el exceso de comprensión y tolerancia en la educación. Hace, por eso, un alegato en favor de la disciplina, la obediencia, los castigos, la autoridad y algún otro concepto con mala prensa. Escribe pensando en Alemania donde, a la relajación de la autoridad general en Occidente, se suman los complejos ante el horror del nazismo. Bueb recuerda una metáfora de Thomas Mann: cuando el marinero nota que la barca se escora hacia un lado, él se inclina hacia el otro y su libro es un intento de reforzar aspectos de la educación indebidamente desprestigiados en las corrientes pedagógicas en boga.
La libertad es un objetivo de la educación pero no debe ser el método; los alumnos deben llegar a poseer autodominio pero ese autodominio no se les debe presuponer. Muy recomendable para educadores y también para padres.
Me gustó encontrarme con algunas referencias de cine y literatura que van también en mi mochila: el caso de Anna Sullivan y Helen Keller (Bueb no lo hace pero yo recomiendo vivísimamente la película El milagro de Anna Sullivan), el documental alemán Rhythm is it! (muy interesante también para educadores) y la novela de William Golding El señor de las moscas (aunque yo le veo a la novela una intención más religiosa y social que pedagógica). 4/5.
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