Relectura navideña de este libro, pequeño pero valioso. De aquí debí sacar yo (en su día) la idea de escribir un soneto a cada figura del belén. Enrique Monasterio hace esto en este libro, pero lo hace en prosa y lo hace "en bien".
Cuando Dios monta su belén, monta un universo, crea el mundo, porque Dios, cuando quiere hacer una cosa, la hace a lo grande. Su belén cuenta también con figuras torcidas (los que se rebelan contra los planes de Dios) y con figuritas rotas (los Inocentes).
El autor tiene el don de meterse en cuestiones de gran intimidad con bisturí afilado y mano decidida, y sin mancharse. Recrea la oración de personajes del belén y no resulta impúdico ni ridículo sino conmovedor e incluso divertido. Se mueve rozando la catástrofe de lo cursi, como un elefante en una cacharrería, pero no sólo no toca ni un objeto sino que se permite bailar allí un claqué.
Un libro que acerca a Dios y ayuda a aceptarse mejor a uno mismo con sus (mis) propias limitaciones.
Lo paso a "mi estantería". 5/5.
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