jueves, 3 de septiembre de 2009

Robinson Crusoe (1719), de Daniel Defoe


Me ha sorprendido Robinson Crusoe porque no respondió a los recuerdos que tenía, y empiezo a pensar que en realidad no lo había leído hasta ahora. Lo cierto es que propiamente tampoco ésta ha sido una lectura pues lo que he hecho ha sido oír la versión inglesa leída de Librivox (una presentación de mi "proyecto" Librivox aquí.) Muy bien leído, la verdad, pero por un lector único (=peligro de monotonía) y con un acento americano demasiado "pastoso" para mí, que no me gustaba.
Me sorprendió que en la novela apareciera España con tanta frecuencia: hay un náufrago español con cierto protagonismo y algunos acontecimientos finales se suceden en España.
Me sorprendió también la cantidad de personajes y acontecimientos que pululan por la novela. Robinson Crusoe es mucho más que la supervivencia de un náufrago solo en una isla. Hay una larga introducción y después el protagonista entra pronto en contacto con otros semejantes.
Matizo lo de que entra pronto en contacto con otros hombres: cronológicamente pasan años (muchos años) pero esos años de soledad en la novela quedan muy abreviados.
Más sorpresas: fuertes planteamientos cristianos, aunque con ligeros prejuicios anticatólicos. Defoe reflexiona con frecuencia sobre Dios, sobre la voluntad de Dios, sobre la Providencia... Son reflexiones interesantes aunque en la novela quedan asociadas de forma algo simplona bondad y fortuna, maldad y desventura.

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