Me animó a leer este libro el comentario de Eduardo (aquí), hombre de ordinario prudente. Tenía ciertos recelos, porque suelo tener recelos con los best sellers, y además trataba --¡otra vez!-- de la Alemania nazi. Las cincuenta primeras páginas se me hicieron muy cuesta arriba. Después la lectura empezó a ser fluida. En torno a la página 200 la novela pasó a ser muy interesante. El libro crecía. A partir de la 300, se me empezó a atascar y he tenido que plegar velas y sacar los remos porque, además, no se termina hasta la pág. 550: he remado mucho, pero no me arrepiento del esfuerzo. Está bien.
El estilo es curioso, lacónico, entrecortado. El libro se narra desde una perspectiva original. Desde el principio el autor juega a adelantarle al lector acontecimientos futuros. No suele tratarse de anuncios explícitos; son, más bien, frecuentes mensajes ambiguos que, como las profecías, se comprenden mejor a posteriori. Esa sorprendente manera de escribir fomenta la inquietud del lector y a mí se me ha ido haciendo antipática, porque me disgusta que me intranquilicen.
La historia tiene como protagonista a una niña alemana; es una historia dramática pero la manera de narrar intenta desdramatizarla intencionadamente.
4/5.
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