Tengo un prejuicio favorable hacia los conversos anglosajones. Suelen ser intelectuales de altura y suelen haber superado una soberbia y complicada interpretación nacionalista de la Fe: someterse al Papa suponía allí degradarse. Uso el verbo suponer en pasado porque Gran Bretaña está muy descristianizada y la Iglesia Anglicana está muy desprestigiada entre los mismos ingleses. Hoy un anglicano practicante es una rara avis. Pero en el pasado ha habido constantes conversiones egregias, entre las que destaca la de John Henry Newman.
Benson se convirtió a los 31 años. No vivió mucho. Tenía buena pluma y mala salud.
Es la segunda vez que me asomo a este libro breve y sencillo. Fácil de leer y sugerente, sobre todo en la primera parte, donde habla sobre la amistad y cómo tratar a Jesucristo. Benson se esfuerza en recordar que el cristiano debe relacionarse personalmente con Jesús (más que llevar una determinada conducta). El libro se completa con unas reflexiones (meditaciones) sobre las Siete Palabras, pero esta parte a mí me gustó menos.
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