viernes, 14 de diciembre de 2007

Dios y el mundo (2000), de Joseph Ratzinger

Mientras la actualidad de Benedicto XVI está en su último libro, Jesús de Nazaret, o en su última encíclica, Spe Salvi, yo estaba todavía con lo anteantepenúltimo, el segundo libro publicado en colaboración con Peter Seewald.
Me he leído ya con éste tres libros de entrevistas: Informe sobre la fe, La sal de la tierra y éste (De los tres, elijo el segundo). Me interesaba conocer al Papa como persona. Desde su elección me han llamado la atención cosas que he visto en él o me han contado. Que toque el piano, que le gusten los gatos (¡glup!), su manera de hablar (sin apenas subrayar las frases, frente al estilo de Juan Pablo II), su sabiduría y su sencillez... Confieso que sigue siendo u misterio para mí aunque ahora lo conozco más.
Es un misterio que me causa admiración. Doy muchas gracias a Dios por este Papa. Su elección me pareció una prueba de la misericordia de Dios: "vamos a darles otro Papa espectacular y santo, pero totalmente distinto". Y, tras Juan Pablo, el conquistador; Benedicto, el pacífico.
A este libro de Dios y el mundo, en mi opinión, le sobran muchas páginas. Trata demasiadas cuestiones, hace demasiadas preguntas (llega a preguntarle ¡si existen los extraterrestres!). Y, claro, las respuestas a veces son obvias, y otras veces más originales y sugerentes, pero todas quedan sin desarrollar.
Dos detalles que me han llamado la atención (tampoco yo los voy a desarrollar): 1. La reivindicación de la autoridad (en el sentido de que amar no es conceder siempre). 2. Las virtudes que menciona, cuando trata de dibujar el perfil de la santidad ordinaria, son la honradez, la lealtad y la humildad. 4/5.

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