Me lo recomendaron personalmente: "probablemente a ti te gustará". Cuando alguien te dice algo así, casi por encima del interés por el libro está la curiosidad de conocer ese yo que ven los demás.
El vaso de plata me recordó a La gloria de mi padre de Marcel Pagnol. Son memorias, anécdotas de la infancia, muy bien contadas. Ambos libros son nostálgicos, pero el libro de Pagnol además está escrito con buen humor.
En su narración, sobria y elegante, Marí borra las referencias de tiempo y espacio. Y, aunque el marco donde suceden las cosas (¿Ibiza?) sea vago e impreciso, los detalles están descritos luego con minuciosidad azoriniana.
Son catorce historias breves, cada una relacionada con una obra de misericordia: dar de comer al hambriento, dar de beber al sediento... Aunque cada capítulo reciba su título de la tradición moral cristiana, luego las referencias religiosas son mínimas, hasta el punto insólito de que de un personaje que reza (la madre de un amigo), el autor puntualiza antes "que es creyente". La relación entre el relato y la obra de misericordia que lo encabeza es a veces paradójica y sutil o incluso irónica.
Muy bien escrito y breve (112 págs.)
3/5.
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