Es la tercera vez que veo esta película, que siempre me resulta conflictiva. Tiene tantos detalles que me sorprenden e impresionan que le disculpo aquellos con los que discrepo. En particular, la broma sobre la fabricación de la mesa (en la evocación del taller de Jesús) se me atraviesa radicalmente, por ejemplo, porque me recuerda demasiado otra escena graciosa sobre la fabricación de una silla mecedora que Mel Gibson incluye en el guión de "El patriota".
De nuevo he vuelto a maravillarme del personaje de la Virgen María (Maia Morgenstern) y, especialmente esa mirada densa, cargada de peso, que nos lanza a los espectadores en la escena del Descendimiento.
Más que una película. Y, pese a los efectismos y a la hiperestesia, es extraordinaria. 5/5.
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