En mi lista de libros favoritos figuran las Coplas que, siendo una piececilla tan breve, algo que apenas puede llamarse libro, es sin embargo una obra maestra y vale por un siglo entero.
Recientemente he leído una biografía novelada de Jorge Manrique (el comentario, aquí) en buena medida con el propósito de darle color a las Coplas, que me admiran desde que era adolescente.
Recuerdo también que en su día me gustó el ensayo de Pedro Salinas (Jorge Manrique o tradición y originalidad) en el que Salinas resaltaba el contraste entre la poesía amorosa de Manrique (insulsa, tópica, desangelada) y esta elegía (sentida, vibrante, que recoge también los tópicos del género pero que los supera). En la poesía amorosa Manrique sirve al género; en las Coplas, la tradición elegíaca le sirve a él.
Las Coplas son fuertes y a la vez delicadas; son admonitorias y a la vez consoladoras; hablan de la muerte con tono sereno pero rotundo, con solemnidad.
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