sábado, 26 de diciembre de 2009

Coplas a la muerte de su padre (1477), de Jorge Manrique


En mi lista de libros favoritos figuran las Coplas que, siendo una piececilla tan breve, algo que apenas puede llamarse libro, es sin embargo una obra maestra y vale por un siglo entero.
Recientemente he leído una biografía novelada de Jorge Manrique (el comentario, aquí) en buena medida con el propósito de darle color a las Coplas, que me admiran desde que era adolescente.
Recuerdo también que en su día me gustó el ensayo de Pedro Salinas (Jorge Manrique o tradición y originalidad) en el que Salinas resaltaba el contraste entre la poesía amorosa de Manrique (insulsa, tópica, desangelada) y esta elegía (sentida, vibrante, que recoge también los tópicos del género pero que los supera). En la poesía amorosa Manrique sirve al género; en las Coplas, la tradición elegíaca le sirve a él.
Las Coplas son fuertes y a la vez delicadas; son admonitorias y a la vez consoladoras; hablan de la muerte con tono sereno pero rotundo, con solemnidad.

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