domingo, 21 de noviembre de 2010

Pequeñeces (1891), de Luis Coloma


Era mi segundo intento de leerla. Conservo el propósito de ir leyendo obras que tengo pendientes de la historia de la literatura española. Luis Coloma era un jesuita de buena pluma (autor del cuento del ratoncito Pérez) y, al parecer, Pereda le animó a escribir una novela. Coloma escribió Pequeñeces y la fue publicando por entregas. Tuvo un éxito tremendo pero no ha logrado un huequecillo decente en el capítulo de la novela realista española quizá por su partidismo jesuita pero también por su acusado carácter de "novela de tesis" y porque los personajes son de cartón-piedra.
Me interesé por esta obra cuando supe que fustigaba la frivolidad de la aristocracia de su tiempo.
Siempre se habla de la crisis del 98, del "desastre del 98", ese momento en que España desciende el último peldaño en la escala de la historia. Entonces caemos los españoles en la cuenta de lo que fuimos y lo que somos. Bien se podría parodiar, aplicado al país entero, el comienzo de La Regenta: "La heroica nación dormía la siesta".
Pues lo cierto es que me atrae contemplarla en esos momentos previos en que España ronca plácidamente. Y más me interesa aún si el escritor está precisamente empeñado en vano en hacerla despertar.
Me leí previamente otras dos novelas de intención semejante: "La Montálvez" de Pereda y "La espuma" de Palacio Valdés. Ninguna de las tres me ha entusiasmado pero "La espuma" es, en mi opinión, la mejor del trío.
Las críticas que se vierten en ellas van contra la alta nobleza y, más que nada, por su frivolidad y su cinismo.
En Pequeñeces se cuenta la caída de Currita de Albornoz, aristócrata, guapa y presimida, madre de familia despreocupada de sus dos hijos, mentirosa, enredadora e infiel a su marido. De ser la salsa en todos los platos de la alta sociedad madrileña pasa a ser objeto de desprecio.
Coloma sermonea un poquito (mucho menos de lo que yo me esperaba), pero sobre todo fuerza los acciones para dar un escarmiento a los personajes frívolos. Los deja triunfar en el mundo y luego los humilla. Y a los honestos, en cambio, les concede cierta reivindicación.
Pequeñeces fue, al parecer, bastante polémica. Probablemente influyera en ello el hecho de que mezcla ficción y realidad y en su tiempo podrían interpretarse con más claridad las alusiones. Casi al final de la novela Coloma sale al paso de ciertas "falsas correspondencias". Copio aquí parte de la nota al pie del autor porque deja ver un tono presumido que de vez en cuando adopta el narrador y me resultó antipático: Nuestros personajes no son retratos de individuos determinados, sino tipos de caracteres sociales; y si puede halagar la vanidad del artista que resulten sus creaciones tan reales que no pueda concebírseles sin un modelo vivo, debe de repugnar a la delicadeza y aun a la conciencia del escritor honrado el convertir por este medio un libro escrito con altos fines morales en un intencionado libelo. 3/5.

3 comentarios:

Los duelistas (videoblog de libros) dijo...

Intersting eso de que la Espana de hoy ronca. ?Podria usted extenderse en eso un poco mas?
Luis

Embajador dijo...

A mi me gustó "Pequeñeces" y porque me atrae esa forma de escribir. Sobre los personajes de cartón piedra soy incapaz de opinar.

Ahora bien, hay otra novela del P- Coloma donde a mi me parece que fustiga mucho más a la nobleza de su tiempo, se llama "Boy". Me la leí con 15 o 16 años a la vez que leía "El cuarto protocolo". Recuerdo que "Boy" me enganchó pero no recuerdo porqué. Me la recomendó mi abuelo (forofo del P. Coloma) y me contó precisamente eso, que era una crítica dura contra la nobleza y me dijo que el P. Coloma era capaz de hacerlo bien porque ese mundo lo conocía estupendamente. Para centrarnos: el siguiente libro que me pasó mi abuelo fue "La casa de la Troya".

alfonso dijo...

En la segunda mitad del XIX, muchos novelistas acudían al género demasiado empachados de ideología. Revestían de narración una defensa de su modo de pensar. A veces eran creyentes, a veces eran ateos. La novela se convertía en una excusa para el triunfo de sus ideales. Esto es lo que yo aprecio en "Pequeñeces".
En todas las novelas los personajes van a donde los lleva el autor, pero aquí se nota demasiado. Coloma ridiculiza a los "malos".