Anne Rice es famosa (al parecer) por sus historias de vampiros y, particularmente, por Entrevista con el vampiro. Su formación infantil fue católica pero abandonó la fe a los 18 años y ha vuelto a la Iglesia Católica en 1998. Desde entonces ha decidido dar un giro a su producción literaria y esta novela es un ejemplo de ello.
Se trata de una novela que tiene como protagonista y narrador a Jesús niño. Justo entre los siete y los ocho años, cuando comienza a hacerse preguntas sobre Sí y a buscar respuestas.
La empresa de Anne Rice es ambiciosísima, porque no sólo tiene que recrear convincentemente el momento histórico y el entorno de Jesús, sino también las personalidades de Cristo, su Madre y José, así como los acontecimientos que viven y los diálogos entre ellos. A mi juicio ha conseguido una emocionante reconstrucción cargada de sugerencias.
Recoge sólo un año de la vida de Jesús: desde el regreso de Egipto hasta el pasaje de “el Niño perdido”. En ese tiempo se despierta en el propio Jesús su identidad, de modo intuitivo primero y explícito después. De alguna forma se puede decir que el libro pretende iluminar la afirmación evangélica de que “Jesús crecía en sabiduría, en edad y en gracia delante de Dios y de los hombres” (Lc 2, 52). 4/5.
Se trata de una novela que tiene como protagonista y narrador a Jesús niño. Justo entre los siete y los ocho años, cuando comienza a hacerse preguntas sobre Sí y a buscar respuestas.
La empresa de Anne Rice es ambiciosísima, porque no sólo tiene que recrear convincentemente el momento histórico y el entorno de Jesús, sino también las personalidades de Cristo, su Madre y José, así como los acontecimientos que viven y los diálogos entre ellos. A mi juicio ha conseguido una emocionante reconstrucción cargada de sugerencias.
Recoge sólo un año de la vida de Jesús: desde el regreso de Egipto hasta el pasaje de “el Niño perdido”. En ese tiempo se despierta en el propio Jesús su identidad, de modo intuitivo primero y explícito después. De alguna forma se puede decir que el libro pretende iluminar la afirmación evangélica de que “Jesús crecía en sabiduría, en edad y en gracia delante de Dios y de los hombres” (Lc 2, 52). 4/5.
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