martes, 25 de noviembre de 2008

Divertirse hasta morir (1991), de Neil Postman

El invento de la imprenta dio lugar a una cultura discursiva cuyo esplendor se sitúa en los siglos XVIII y XIX. Los inventos del telégrafo, la fotografía, y sobre todo la televisión e internet ha dado lugar a una cultura visual, fragmentaria, donde prima el entretenimiento.
El discurso político se desplaza de los contenidos hacia la imagen (eslóganes y no argumentos, mensajes de tres minutos...). El aspecto físico se covierte en elemento determinante en muchas profesiones. Y el periodismo genera un ansia de novedades irrelevantes: noticias impertinentes, que apenas afectan a nuestras vidas, si acaso a nuestro ánimo.
Queremos que nos entretengan, pasar rápido de una cosa a otra (como las noticias de un telediario) y nos volvemos impacientes e intolerantes si las cuestiones se complican o alargan. El afán de estar informados, en gran medida, es mera curiosidad.
Me reafirma en mi propósito de no ver ni el telediario.
Curiosidad: He descubierto casualmente que un afamado guitarrista inglés: R. Waters escribió en los años ochenta un LP (Amused to death) sobre este libro. He oído una canción y las letras son difíciles y la música, oscura. Un aire a Pink Floyd. No para mí.
Un par de citas del libro que he puesto en "Villa Molina" anteriormente: aquí y aquí.
4/5

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Buen oído. Efectivamente es el vocalista de Pink Floyd...

alfonso dijo...

Bueno, he de reconocer que no es virtusosismo mío. Algo había leído al respecto. No puse la referencia a Pink Floyd por apuntarme un tanto sino para orientar...