martes, 11 de agosto de 2009

Un mundo feliz (1932), de Aldous Huxley


Llevaba mucho tiempo queriendo leer este libro porque me atraen las novelas 'profetizadoras' (no encuentro el término; no me gusta 'futuristas'): novelas del tipo de 1984 de Orwell o Farenheit 451 de Bradbury. Había, además, leído alguna vez elogios hacia la intuición de Huxley. Los tres prevén una sociedad sometida a un poder tiránico. Orwell cree que el poder se sirve de la manipulación de la verdad para dominar. Bradbury, que somete a la sociedad por los medios audiovisuales (que idiotizan a los individuos). Huxley cree que el poder aletarga a la sociedad sumergiéndola en el bienestar.

En todos los casos se trata de un poder absoluto y sofisticado, cuyas técnicas de sometimiento pasan casi inadvertidas.

La novela se resiente un poco de ciertas predicciones (algunos 'futurismos' resultan ridículos o se quedan muy cortos), pero resulta ciertamente de una vigencia escalofriante en otras, particularmente en lo que se refiere al ateísmo beligerante, a la ingeniería genética o a la destrucción de la familia.

Huxley, quizá buscando una reacción en el lector, dibuja un panorama desolado donde todas las necesidades espirituales del hombre quedan sofocadas: el amor, la religión, la ciencia, el arte... El resultado es una sociedad desesperadamente insípida e inhumana. 4/5

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