Llovet escribe este libro para analizar la situación de las humanidades, la de la Universidad y para hacer memoria de su trayectoria profesional.
Encuentra las humanidades en una decadencia de mal pronóstico. La sociedad se sumerge en el presente, como si no debiéramos nada a nadie y como si nada más importara, dando valor únicamente a los conocimientos que rinden beneficios. Hemos perdido además el interés por el lenguaje, lo que arrastra consigo la capacidad de razonar.
La Universidad ha conseguido mantener un reducto de resistencia, formando (hasta cierto punto) miles de estudiantes en materias "trasnochadas" e inútiles como filosofía o filología o historia o bellas artes... Pero esos estudios están desapareciendo finalmente por falta de alumnos. Las filologías modernas se están orientando a ser academias de idiomas.
El auge del humanismo en el Renacimiento, sin embargo, no se produjo en la universidad, sino fuera de ella: academias, empresas de imprenta, libros, correspondencia epistolar...
Con todo, Llovet considera que actualmente, todavía tiene la Universidad (cada vez menos) una capacidad de formación humanística mucho mayor que cualquier otra institución paralela. No es lo mismo asistir a conferencias o ser oyente en un curso que cursar una asignatura regular de una licenciatura. 3/5.
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