Los monstruos de la razón presenta un muestrario de utopías elucubradas por intelectuales del pasado, para poner de manifiesto que hay una tendencia soñadora en el ser humano que afecta también a los listos y a los cultos. El problema que tienen las utopías viene cuando alguien, embebido en esos sueños, se propone llevarlos a la práctica. El papel resiste bien cualquier teoría sobre la felicidad humana; en la vida real sólo con violencia se somete a los hombres. El paraíso en la tierra que se prometía en esas ensoñaciones utópicas suele acabar en infierno.
El autor se inspira principalmente en una cita de Tocqueville (para dirigir la sociedad, mejor un mal político que un buen intelectual) y en una de Donoso Cortés (detrás del revolucionario, llega el turno del verdugo).
Otra idea que queda de manifiesto en este libro es que las sandeces de hoy pueden ser perfectamente las convicciones populares de mañana. No se llega a una revolución de un día para otro sino por el triunfo de ideas sembradas un siglo antes o más y repetidas, frívolamente al principio, como un lugar común después. 3/5
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