No sé si conocéis esa anecdotilla que dice que los profesores, en el ejercicio de su profesión, atraviesan por diversas fases: comienzan siendo Sancho "el Fuerte", luego pasan a ser como Sancho "el Justo" y terminan finalmente siendo como Sancho "el Bueno". Algunos dicen que hay incluso un estadio último, ya cerca de la jubilación, en que el profesor es más bien Sancho Panza.
Viene esto a cuento de que en el libro Adiós a las Universidad, de Jordi Llovet, aparece otro interesante retrato de la evolución de los profesores, sólo que en este caso se refiere a los conocimientos. Dice Llovet que los profesores empiezan enseñando más de lo que saben; después enseñan ni más ni menos lo que saben, y terminan enseñando a sus alumnos lo que estos son capaces de entender.
1 comentario:
Pues sí que terminan todos en Sancho Panza, por todavía no haber emprendido nada, que no es lo mismo que aprendido nada. Pues, dice la piedra torciendo la esquina que para llegar a tan distinguido puesto de honor será después del gorro frigio la bacinilla de los barberos que remojaron las barbas de los andantes caballeros una vez quebrada la espada en esa misma piedra de esquina. Mi dulcinea del Toboso, mi dulce y reina de Navarra, y para el otro reino de aquellos trovadores del que por ellos derramó de su corazón los aceites de un camión barreiros en caballo. Cuéntame entonces que verdad se aguanta en los pedestales de piedra que no consuma el fuego.
Maestros, el corcel es al caballero lo que el burro al escudero, o sea, maestros trovadores sopladores de vidrio.
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