martes, 29 de diciembre de 2009

Shackleton (2002), de Charles Sturridge


Miniserie de la BBC técnicamente muy bien realizada y muy fiel a los hechos.
En 1914 Shackleton organizó un equipo para atravesar el polo Sur. El barco encalló en el hielo y el objetivo entonces pasó a ser sobrevivir y regresar a Inglaterra.
La expedición está muy documentada porque se conservaron diarios y fotografías y el relato de la misma es un impresionante libro que mezcla las aventuras de supervivencia con un curso sobre liderazgo y dotes de mando.
Yo leí en su día La prisión blanca, de Alfred Lansing, que me apasionó, y también hojeé Atrapados en el hielo, de Caroline Alexander, que pressenta mejor las fotografías de la expedición
Es una historia que vale la pena (tanto la serie como los libros). Una auténtica odisea plagada de decisiones heroicas, desesperadas e inteligentes.
La película está muy bien hecha, con buenas actuaciones y hermosas imágenes, aunque tiene ese aspecto propio de lo que nace para la televisión (no sé qué es, pero aquí se aprecia con claridad).
El guión es bastante equilibrado pues muestra a Shacketon con luces y sombras. El actor que lo representa en Kenneth Branagh, nada menos, y actúa con sobriedad (no con el punto exagerado e histriónico que tiene a veces). 4/5,

sábado, 26 de diciembre de 2009

Coplas a la muerte de su padre (1477), de Jorge Manrique


En mi lista de libros favoritos figuran las Coplas que, siendo una piececilla tan breve, algo que apenas puede llamarse libro, es sin embargo una obra maestra y vale por un siglo entero.
Recientemente he leído una biografía novelada de Jorge Manrique (el comentario, aquí) en buena medida con el propósito de darle color a las Coplas, que me admiran desde que era adolescente.
Recuerdo también que en su día me gustó el ensayo de Pedro Salinas (Jorge Manrique o tradición y originalidad) en el que Salinas resaltaba el contraste entre la poesía amorosa de Manrique (insulsa, tópica, desangelada) y esta elegía (sentida, vibrante, que recoge también los tópicos del género pero que los supera). En la poesía amorosa Manrique sirve al género; en las Coplas, la tradición elegíaca le sirve a él.
Las Coplas son fuertes y a la vez delicadas; son admonitorias y a la vez consoladoras; hablan de la muerte con tono sereno pero rotundo, con solemnidad.

jueves, 24 de diciembre de 2009

Feliz Navidad

A todos los lectores que paséis por aquí os deseo una feliz Navidad, y que en 2010 Dios nos ayude mucho a todos.
Os dejo con un mini-reportaje sobre "el belén de la Plaza de San Pedro.

sábado, 19 de diciembre de 2009

Turismo "franciscano"



Antes de proceder al desarrollo de mi teoría, debo reconocer públicamente que en mi familia próxima no hay nadie aficionado a la fotografía (al menos, que me conste); debo confesar también que se nos pasan antológicas reuniones familiares sin que nadie eche en falta una cámara y recuerdo, incluso, que en cierta ocasión compramos una desechable en una gasolinera para algo muy concreto y, en el momento de la verdad, nos la dejamos olvidada en la guantera del coche.


Además, no somos excesivamente fotogénicos ninguno. Y es probable que eso también influya.


Consecuencia de todo lo dicho: la cámara no forma parte de mi "pack de excursionista". Y la cámara de mi móvil está de más: he debido hacer con ella diez o doce fotos, la mayoría para aprender.


Cuando llego a un sitio impresionante no pienso en fotografías; cuando, por ejemplo, pasa el Papa a tres metros de distancia (como me sucedió en octubre) ni se me pasa por la cabeza hacerle una foto. Más aún: me parece un ridículo absurdo el disparate de cámaras que tratan de retener los momentos fugaces.


Pero lo cierto es que "la gente normal" (la mayoría) tiene el móvil o la cámara preparada, como el revólver de un pistolero, para llevarse un recuerdo de todo lo que ve. Así que el turismo a la antigua, sin hacer fotografías, es algo extraño, casi prehistórico, una especie de actitud franciscana rayana en el heroísmo.


Este complejo de rara avis me ha llevado a desarrollar una teoría sobre las dos consecuencias más evidentes que se derivan del turismo franciscano que practico (el cual, insisto, en mi caso es connatural y no una conquista ascética): por un lado, un desprendimiento del mundo por el que se respeta la realidad sin pretender tomar posesión de ella, una actitud que es como la de aquel naturalista que no colecciona especímenes: los ve, los aprecia, los respeta, los deja seguir viviendo donde están. Por otro lado, se paladea también la dimensión temporal, histórica, de la persona. Me explico: se deja que las cosas pasen, sin pretender detener el tiempo, sin "inmortalizar" el momento. La fotografía, en mi modesta opinión, sacrifica el presente al convertirlo en material para, en el futuro, poder recordar el pasado.

[Caso extremo y patológico: durante mi reciente viaje de estudios a Italia con alumnos, me decía uno que, desafiando la prohibición de hacer fotografías, había puesto su cámara en "modo ráfaga" y había logrado obtener 450 fotografías de la Capilla Sixtina. ¡450, oiga! ¡Qué pasada!]

viernes, 18 de diciembre de 2009

El Mesías. Camino a Caná (2008), de Anne Rice


Me impresiona la soltura con que Rice contruye personajes y conflictos, porque la novela no tiene que ver con una vida de Cristo. Jesús es el narrador y los acontecimientos repercuten en Él, pero el Evangelio sólo "presta" el marco cronológico (vida oculta de Jesús, ayuno en el desierto, Bautismo, Caná) y a algunos de los protagonistas. Casi todo lo que aparece es invención de la autora.
Leí la novela con cierta aprensión: dice el adagio que sancta sancte tractanda (las cosas sagradas se deben tratar con el máximo respeto). Cuando Rice decide escribir un relato de ficción poniendo a Jesucristo como narrador, se obliga a reconstruir sus pensamientos y sentimientos respecto de un montón de acontecimientos de fábula: enamoramientos, enredos sobre bodas, envidias, rencillas familiares, disputas vecinales...
A veces parece que el narrador va a ahogarse en un mundo tan casero, tan estrecho, pero entonces la autora lo echa a volar con elegancia y fuerza, y el humilde carpintero se transmuta en Mesías, como quien se incorpora. Y la autora, en mi modesta opinión, sale bastante airosa del atrevido lío en que se había metido.
No está mal, aunque me gustó más la primera (el comentario, aquí). Lo que más me chocó en Camino a Caná es la manera en que presenta la elección de los primeros discípulos, un poco como sin pensar, como improvisando. 3/5.

miércoles, 16 de diciembre de 2009

La ciudad automática (1932), de Julio Camba



La ciudad automática es una colección de artículos neoyorkinos de Camba. Me interesa el género de opinión en los periódicos: es una mezcla de reflexión intelectual y literatura y suelen estar rebosantes de retórica. En la Selectividad de Lengua siempre sale uno y eso me ha llevado a estudiarlos un poco. Camba es un maestro en el género y sólo había leído algún artículo suelto suyo. Los de La ciudad automática los escribió en USA en plena post-crisis del 29. Son artículos pintorescos y divertidos (un español socarrón juzgando la vida americana) aunque abusan un poco de la exageración simplona y de la paradoja.


Una cita que ya puse en el blog, la tenéis aquí. 4/5.


lunes, 14 de diciembre de 2009

Trapos sucios (1999), de David Lodge


Me habían recomendado encarecidamente a este novelista inglés. En la Biblioteca a la que voy tenían cinco o seis novelas suyas y escogí ésta por su brevedad y porque me atrajo su planteamiento: dos amigos escritores se proponen dar un escarmiento a una agresiva periodista que, en una entrevista, ha dejado en ridículo a uno de ellos. Los planes no salen exactamente como habían planeado y todo el mundo resulta un poco malparado.
Se trata de la versión novelada de un texto teatral y, en mi opinión, no funciona bien como novela. Los diálogos tienen ese tono ingenioso, tirante, propio del teatro, pero también la artificiosa necesidad de sorprender de continuo con giros inesperados. El final me pareció además muy pobre.
El autor es un poco procaz y sus personajes son inteligentes, ricos y cultos pero, en cuantro a criterios morales, son auténticos náufragos.
No es una buena novela. 3/5

jueves, 10 de diciembre de 2009

La contaminación espiritual

El martes el Papa tuvo un acto de homenaje en Roma a la imagen de la Virgen Inmaculada que está situada en la Plaza de España. A mí me enorgullece que España se haya distinguido desde tan antiguo en la devoción a la Virgen.
Pero a lo que voy: el Papa hizo un sencillo discurso en el que advirtió del peligro de hacernos insensibles ante el mal, especialmente debido a la influencia de los medios de comunicación que convierten la realidad en espectáculo y acentúan la presencia del mal en el mundo.
Es una idea recurrente (alguna vez ya la he manifestado en el blog) que los medios de comunicación trasladan una imagen distorsionada de la vida social. Resaltan las anormalidades, satisfacen el morbo y promueven una especie de singulares lapidaciones públicas de presuntos ladrones, violadores o asesinos. Estoy recordando, claro, esa histórica y tremenda portada del Abc con "la mirada del asesino". Es un ejemplo de antología pero pertenece a un modo de hacer muy extendido que busca el escarnio del delincuente, una especie de revancha social, de venganza.
Dice el Papa:
Cada día, de hecho, a través de los periódicos, la televisión, la radio, el mal es narrado, repetido, amplificado, acostumbrándonos a las cosas más horribles, haciéndonos insensibles y, en cierto sentido, intoxicándonos, pues lo negativo no se digiere plenamente y día tras día se acumula. El corazón se endurece y los pensamientos de hacen sombríos.
(...)
Con frecuencia nos quejamos por la contaminación del aire, que en ciertos lugares de la ciudad es irrespirable. Es verdad: se requiere el compromiso de todos para hacer más limpia la ciudad. Y, sin embargo, hay otra contaminación, menos perceptible por los sentidos, pero igualmente peligrosa. Es la contaminación del espíritu, que hace que nuestros rostros sonrían menos, sean más tristes, que nos lleva a no saludarnos, a no mirarnos a la cara.

martes, 8 de diciembre de 2009

Fiesta de la Inmaculada


¡Muchas felicidades!

lunes, 7 de diciembre de 2009

Camba sarcástico

Todos los días el Herald Tribune publica en lugar preferente un artículo titulado Calvin Coolidge says ("Dice Calvin Coolidge"). Tanto por este epígrafe como por el tamaño y la disposición tipográfica, los artículos de Coolidge me recuerdan, modestia aparte, unos que escribía yo años atrás para un diario de Madrid, y digo modestia aparte, porque los míos eran bastante mejores. No es que yo tenga un gran concepto de mi labor periodística. Probablemente mis artículos no me llevarán nunca a regir los destinos de España, pero si este caso puede parecer triste, mucho más triste aún es el de míster Coolidge, quien, para encontrar periódicos que publicaran los suyos, ha tenido necesidad de hacerse elegir primero presidente de la República.
Calvin Coolidge says... ("Dice Calvin Coolidge..."). Este título general está lleno de promesas, pero se pone usted a leer y resulta que Calvin Coolidge no dice nada. Al principio, viendo que Calvin Coolidge no decía nada, yo suponía de buena fe que no se le ocurría nada, y mi opinión sobre el ilustre hombre público comenzó a bajar considerablemente; pero, a medida que Calvin Coolidge seguía sin decir nada, esta desestima empezó a trocarse en un sentimiento muy parecido a la admiración.
―Pase el que a este hombre no se le ocurra nada un día ni dos, una semana o hasta un mes ―pensaba yo―, pero ¿cómo es posible que no se le ocurra nada nunca? Una vacuidad tan perfecta no puede ser espontánea. Indudablemente, Calvin Coolidge tiene un arte prodigioso que le permite tratar todos los temas sin comprometer jamás su pensamiento. Eso de coger todos los días cuatrocientas o quinientas palabras, cada una de las cuales posee una significación concreta, y combinarlas de tal modo que todas juntas carezcan totalmente de sentido, no lo hace un cualquiera.
(Julio Camba. La ciudad automática)

domingo, 6 de diciembre de 2009

Recuerde el alma (2009), de Carmen Riaza Molina


Semblanza biográfica de los diez últimos años de vida de Jorge Manrique. El libro es una reconstrucción histórica novelada de los acontecimientos que vivió el poeta en el tramo último de su vida. No hay notas a pie de página pero se ve que cada paso está muy medido y fundamentado.

La escritora enriquece un poco los hechos desnudos con relaciones escritas conservadas, con reflexiones "manriqueñas" (desgranando las Coplas, por ejemplo) o con escuetos diálogos verosímiles.

Jorge Manrique pertenecía a una familia noble no excesivamente rica; pasó su vida adulta peleando sobre todo contra otros nobles castellanos de facciones enfrentadas. Murió en uno de esos combates a los 39 años de edad, en 1479, sólo tres años después del fallecimiento de su admirado padre.

Su familia había tomado partido decididamente por los Reyes Católicos. Es un momento histórico emocionante, aunque los protagonistas no podían ni imaginar hasta qué punto ese reinado que defendían iba a transformar España.

El libro tiene mucho de la sobriedad de su protagonista y está escrito, a la vez, con aliento poético. Me venía, al leerlo, la atmósfera de la película Il mestiere delle armi. 4/5.

jueves, 3 de diciembre de 2009

La dama boba (1613), de Lope de Vega


De vez en cuando vuelvo a los clásicos para ponerlos a prueba (si eres un clásico, tienes que demostrarlo). También los leo pensando en mis alumnos (¿podría recomendárselo? ¿entenderán esto?). Además busco conocer de primera mano la literatura española antigua. La gente, yo mismo, habla demasiado sobre libros que no ha leído.

Esta comedia, en realidad, la había leído ya durante la carrera, pero ¡dónde va de aquello! Ya no la recordaba bien. Y La dama boba es de las comedias de Lope que siguen vivas, de las que se editan y se leen. Así que decidí releerla.

Iba buscando también a Lope. Su personalidad es muy atrayente, con esa tormentosa mezcla de amor a Dios y a las mujeres. Pero no lo encontré. No es fácil ver a Lope en su teatro. Sus comedias están demasiado cargadas de convencionalismos, siguen rígidamente su fórmula de éxito si permitirse expansiones personales.

Los diálogos de La dama boba son muy difíciles, sobre todo al principio. Hay muchos personajes, muchos juegos de palabras, muchas expresiones coloquiales e incluso parodias del conceptismo. El argumento, además, es mínimo. Todo me ha resultado oscuro y anodino hasta que he llegado al último acto (son tres) y ahí me he reconciliado un poco con el autor, porque lo he encontrado más claro, más entretenido y gracioso.

Me leí con admiración el prólogo de Diego Marín, que hace una breve pero ajustada semblanza de Lope y una buena introducción sobre las características de su teatro. Las notas que acompañan al texto son más convencionales.

No es mi comedia. 2/5