Estaba yo buscando con prisas una lectura juvenil. Estos días finales de curso estamos revisando las lecturas que hemos establecido en ESO y Bachillerato y queríamos hacer un par de cambios: un libro de 3º de ESO y otro de 4º para los que no tenenmos alternativas claras. Me he puesto a leer precipitadamente alguno de estos libros juveniles, por lo general poco enjundiosos.
Éste, enmarcado en la historia de España, me atraía. Leí hace tiempo uno o dos libros de Fernando Lalana que me gustaron (El zulo era uno, creo recordar). El planteamiento de éste era como un Episodio Nacional pero en versión contemporánea.
He terminado la lectura descontento. El libro es ameno, es entretenido y está bien escrito pero me han disgustado dos aspectos: desconoce o menosprecia lo religioso y es muy superficial.
Los protagonistas son unos mercenarios venecianos que vienen a parar a Zaragoza coincidiendo con el ataque de las tropas francesas. En un determinado momento los autores recapitulan los posibles argumentos por los que algunos hombres deciden quedarse en Zaragoza a combatir: El sentido del honor o del deber, la generosidad, el amor, la abnegación, la insensatez, la cerrazón, la locura, la atracción por la muerte, la búsqueda de gloria o el deseo de venganza... Es decir: salvo alguna invocación de atrezzo a la Virgen del Pilar o algún cura con trabuco que aparece también de decorado, para ningún personaje la fe constituye un móvil de sus actos ni interviene en sus comportamientos. Se me hace difícil de aceptar.
Ya de paso anoto otra cosa chocante: un par de veces aparece la expresión "por Dios" pero con minúscula. Dudo si es un empeño laicista de rebajarle a Dios su gloria o la presuposición de que el personaje que empleaba la expresión lo hacía desprovisto de sentido religioso o un simple descuido tipográfico. En cualquier caso me resultó muy forzado y extraño.
Ya de paso anoto otra cosa chocante: un par de veces aparece la expresión "por Dios" pero con minúscula. Dudo si es un empeño laicista de rebajarle a Dios su gloria o la presuposición de que el personaje que empleaba la expresión lo hacía desprovisto de sentido religioso o un simple descuido tipográfico. En cualquier caso me resultó muy forzado y extraño.
Lo que he llamado superficialidad es que la trama amorosa que incluye la novela sigue el guión del cortejo de las películas de Hollywood y la chica se acuesta con el chico a las primeras de cambio sin más problemas ni compromisos. La chica se supone que es nada más y nada menos que Agustina de Aragón pero, en la novela, bien pudiera tratarse de Sandra Bullock o, por actualizar un poco más mis tópicos, Keyra Knightley.
Una lástima, porque el libro es entretenido. 3/5.