Es la segunda novela protagonizada por el inspector de policía gallego Leo Caldas. Me pareció digna, de estilo directo y sobrio, con un costumbrismo contemporáneo e hispano parecido al de Lorenzo Silva en la serie de Vila y Chamorro. Quizá Villar es un poco menos simpático, aunque lo intenta. La trama de esta segunda novela es menos sórdida que la de la primera, pero aún así, esta me gustó menos.
Aparece el cadáver ahogado de un marinero y todo apunta a un asesinato. Nadie del pueblo quiere contar lo que sabe (es Galicia... Es un pueblo pequeño...). Solo muy lentamente los detectives y los lectores logran reconstruir un conflicto de años.
No me gustó el final: demasiadas vueltas de tuerca intentando sorprender. La resolución del caso llega cuando uno ya está cansado de esperarla. 3/5