Tenía pensado poner hoy una entrada diferente cuando me vino a la memoria el poema de fray Luis de León dedicado a la Ascensión del Señor. Me vino a la memoria el poema y su nube... Es un poema con nube, porque la nube que finalmente oculta a Jesucristo se convierte también en la protagonista final del cuadro que fray Luis pinta. Así que me dije...: como hoy es el domingo de la Ascensión, como tienes pendiente todavía dedicarle una entrada a la poesía de fray Luis de León y justificar su presencia en "Mi estantería", no digo --me dije-- que pongas el poema entero (supongo que está en la red: "¡Y dejas, Pastor santo,") pero al menos la lira dedicada a la nube y un pequeño comentario.
El poema consta sólo de cinco liras y ésta es la última:
¡Ay!, nube envidïosa
aun deste breve gozo, ¿qué te aquejas?
¿Do vuelas presurosa?
¡Cuán rica tú te alejas!
¡cuán pobres y cuán ciegos, ay, nos dejas!
A mí no me gustan las quejas. Quizá me queje mucho, pero al menos las quejas ajenas me resultan antipáticas. Y este poema de fray Luis siempre me provoca esta reacción negativa (nada grave, por otra parte). En lo práctico, pienso que, por estar mirando la nube, va a venir un ángel por detrás y nos va a dar un pescozón: ¡Qué hacéis mirando al cielo!, como se cuenta en los Hechos de los Apóstoles. En lo religioso, pienso entre otras cosas que Jesucristo no nos dejó solos, no nos abandonó, pues se quedó en la Eucaristía. Y, por eso, la queja es injusta y desagradecida.
Dicho lo cual, debo también añadir que fray Luis fue un deslumbramiento de cuando tenía 17 años y estudiaba Cou. Creo que la lectura de su poesía (junto, quizá, con las Coplas de Jorge Manrique) influyó decisivamente en que estudiara Filología. Y me sorprendo de mí mismo, pues no recomendaría nunca la lectura de la poesía de fray Luis tan temprano.
No hay comentarios:
Publicar un comentario