miércoles, 13 de febrero de 2008

La vida en las aulas (1968), de Ph. W. Jackson

Es un libro antiguo, pues intenta describir la realidad de lo que sucede dentro de un aula de primaria en USA en los años sesenta y las aulas han cambiado mucho en cuarenta años. Pero está muy bien escrito y tiene bastantes consideraciones de interés. La primera parte trata de describir las relaciones alumno-profesor con mirada de fenomenólogo: como las entendería un absoluto extraño. Una constatación que resulta de este intento es que el profesor está constantemente interrumpiendo su trabajo para atender casos particulares. La tarea del profesor se parece a la del músico de jazz: parte de una melodía o un ritmo y luego improvisa, constantemente. Otra idea curiosa es que compara al profesor con un "jefe" del alumno (en cuanto que dispone de autoridad para que el alumno tenga que trabajar cuando él lo disponga, en lo que él disponga); compara también la escuela en algún sentido con una cárcel: los alumnos se encuentran físicamente confinados en una institución más o menos coercitiva y no por propia voluntad (esto tiende a olvidársenos a los profesores); a su vez, como en una cárcel, la buena conducta comporta beneficios, muchas veces incluso académicos.
La segunda parte recoge la opinión de los alumnos sobre la escuela. La tercera, es la opinión de los profesores sobre su trabajo.
De esta tercera parte el autor señala que los profesores, hablando sobre su tarea, usan un lenguaje muy pobre, con conceptos y esquemas causa-efecto muy simplificados; quizá como consecuencia del hábito de dirigirse a un público infantil, quizá también porque el trabajo del profesor de primaria o secundaria es poco especulativo.
Otra observación: el proceso de aprendizaje de los alumnos es algo muy secundario para un profesor: lo prioritario es mantener el orden, la autoridad, etc. La gestión del aula exige mucho tiempo y energía pero resulta medio imprescindible para cualquier otra meta.
3/5.

2 comentarios:

Váitovek dijo...

Hola

Te he conocido por Embajador en El Infierno.Tu crisis de juego es magnífica.Citar es juego también.

alfonso dijo...

Bueno, cuando hablaba de crisis de juego, no me refería estrictamente al blog sino a algo más existencial que tiene que ver, sobre todo, con mi trabajo como profesor: la sensación de pronto de ir desbordado y de tropiezo en tropiezo. En medio de esa marejada, el blog no recibe la atención mental que merece. Pero te agradezco el ánimo.