Todos los días el Herald Tribune publica en lugar preferente un artículo titulado Calvin Coolidge says ("Dice Calvin Coolidge"). Tanto por este epígrafe como por el tamaño y la disposición tipográfica, los artículos de Coolidge me recuerdan, modestia aparte, unos que escribía yo años atrás para un diario de Madrid, y digo modestia aparte, porque los míos eran bastante mejores. No es que yo tenga un gran concepto de mi labor periodística. Probablemente mis artículos no me llevarán nunca a regir los destinos de España, pero si este caso puede parecer triste, mucho más triste aún es el de míster Coolidge, quien, para encontrar periódicos que publicaran los suyos, ha tenido necesidad de hacerse elegir primero presidente de la República.
Calvin Coolidge says... ("Dice Calvin Coolidge..."). Este título general está lleno de promesas, pero se pone usted a leer y resulta que Calvin Coolidge no dice nada. Al principio, viendo que Calvin Coolidge no decía nada, yo suponía de buena fe que no se le ocurría nada, y mi opinión sobre el ilustre hombre público comenzó a bajar considerablemente; pero, a medida que Calvin Coolidge seguía sin decir nada, esta desestima empezó a trocarse en un sentimiento muy parecido a la admiración.
―Pase el que a este hombre no se le ocurra nada un día ni dos, una semana o hasta un mes ―pensaba yo―, pero ¿cómo es posible que no se le ocurra nada nunca? Una vacuidad tan perfecta no puede ser espontánea. Indudablemente, Calvin Coolidge tiene un arte prodigioso que le permite tratar todos los temas sin comprometer jamás su pensamiento. Eso de coger todos los días cuatrocientas o quinientas palabras, cada una de las cuales posee una significación concreta, y combinarlas de tal modo que todas juntas carezcan totalmente de sentido, no lo hace un cualquiera.
(Julio Camba. La ciudad automática)
1 comentario:
Cambia el nombre de Calvin Coolidge y pon el de Zapataero y verás que de actualidad están las palabras del gran Julio Camba 70 años despues de escribirlas
Publicar un comentario