(Hago constar que no he logrado que la edición en HTML me respete las tabulaciones y, faltan, por tanto, algunos espacios que algunos versos presentan en el original. El poema está literal pero faltan esos espacios.)
Usted seguro que ha sentido vergüenza alguna vez
al decir que en su cuarto caía una gotera
o que su pobre madre le hacía el bocadillo
siempre de natas con azúcar.
―son cosas de la vida―.
Confieso que en mi casa el olor a humedad
era casi entrañable
y todos los domingos se comían garbanzos,
salvo en alguna fecha señalada.
Que lloré muchas veces por no querer llevar
los jerseys con coderas
o no tener un lápiz con enanito arriba.
Confieso que la ropa nos la daban los primos
que ahora son albañiles
y que nuestra familia se rompió por la herencia
de unos metros cuadrados de baldosas con taras
―son cosas de la vida―.
Que, a escondidas de todos y hasta los siete años,
tuve el chupete debajo de la almohada.
Confieso que los míos son personas sencillas:
usted sospecha que hablo de un padre que no sabe
lavarse bien los dientes,
de una mujer que escribe con mala ortografía,
de unos hermanos fieles como la misma sangre
y una casa que huele, cada vez que entro en ella,
a las húmedas manos de la melancolía.
Confieso que he nacido donde hubiera elegido
por encima de todo
cada vez que naciera.
(Aurelio González Ovies. La hora de las gaviotas)
al decir que en su cuarto caía una gotera
o que su pobre madre le hacía el bocadillo
siempre de natas con azúcar.
―son cosas de la vida―.
Confieso que en mi casa el olor a humedad
era casi entrañable
y todos los domingos se comían garbanzos,
salvo en alguna fecha señalada.
Que lloré muchas veces por no querer llevar
los jerseys con coderas
o no tener un lápiz con enanito arriba.
Confieso que la ropa nos la daban los primos
que ahora son albañiles
y que nuestra familia se rompió por la herencia
de unos metros cuadrados de baldosas con taras
―son cosas de la vida―.
Que, a escondidas de todos y hasta los siete años,
tuve el chupete debajo de la almohada.
Confieso que los míos son personas sencillas:
usted sospecha que hablo de un padre que no sabe
lavarse bien los dientes,
de una mujer que escribe con mala ortografía,
de unos hermanos fieles como la misma sangre
y una casa que huele, cada vez que entro en ella,
a las húmedas manos de la melancolía.
Confieso que he nacido donde hubiera elegido
por encima de todo
cada vez que naciera.
(Aurelio González Ovies. La hora de las gaviotas)
7 comentarios:
carne de gallina, con estas palabras. llega muy profundo. Angela
Efectivamente. Yo vuelvo a mis años de niño. Es un poema casero, para estar en pijama y zapatillas.
palabra mágica, me hizo llorar, pero lágrimas de melancolía y belleza. Gracias al poeta y a los difundidores
hermoso. José Álvaro.
hermoso, esta es la poesia que me llega al alma. Verdaderamente precioso y llano. (Juan Angel. Astorga)
ké guapo. Asi me gustaria escribir a mi. Luci
Los espacios no hacen falta. Es suficiene con estas palabras. Erika. Liendo
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