En La vida es sueño, Calderón convierte al gracioso, Clarín, en ejemplo vivo de la inevitabilidad de la muerte (¡Mirad que vais a morir / si está de Dios que muráis!). Antes de un combate, casi al final de la obra, Clarín se refugia cobardemente entre unas peñas y allí recibe al poco una bala perdida y allí explica al público la lección de la que vengo hablando.
Soy un hombre desdichado,
que por quererme guardar
de la muerte, la busqué.
Huyendo de ella, topé
con ella, pues no hay lugar
para la muerte secreto;
de donde claro se arguye
que quien más su efecto huye,
es quien se llega a su efeto.
Por eso tornad, tornad
a la lid sangrienta luego;
que entre las armas y el fuego
hay mayor seguridad
que en el monte más guardado;
que no hay seguro camino
a la fuerza del destino
y a la inclemencia del hado;
y así, aunque a libraros vais
de la muerte con huir.
¡Mirad que vais a morir,
si está de Dios que muráis!
1 comentario:
Me imagino que cualquier día publicarás el "Huir al encuentro (v)" con el romance de "El enamorado y la muerte"...
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