Hay en nuestras sociedades enemigos muy espantosos; a saber: la especulación, el agio, la metalización del hombre culto, el negocio; pero sobre éstos descuella un monstruo que a la callada destroza más que ninguno: la codicia del aldeano. Para el aldeano codicioso no hay ley moral, ni religión, ni nociones claras del bien; todo esto se revuelve en su alma con supersticiones y cálculos groseros, formando un todo inexplicable.
(Benito Pérez Galdós. Marianela)
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