En la vida, lo terrible para la armonía y la salud mental de un hombre o de una mujer no radica en ser célibe o estar casado. El quid de la cuestión radica en haber tomado una decisión y elegido algo que afecta a toda su existencia y, sin embargo, seguir envidiando lo que no ha elegido, llenándose de una nostalgia cada vez más intensa. La añoranza permanente como estilo de vida sólo puede ser fuente de inmadurez, que destroza y hace saltar por los aires cualquier compromiso existente e incluso acaba por incapacitar para compromisos futuros.
(J. R. García-Morato. Creados por amor, elegidos para amar)
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