Tengo un amigo cuya primera experiencia como profesor terminó en un fracaso morrocotudo por hacerse el simpático. Quiso caer bien y ser un profe "enrollado" y sus alumnos hacían con él lo que les daba la gana: se lo comieron con patatas y tuvo quedejar la enseñanza desanimado.
Después de una experiencia frustrante en el mundo empresarial, buscó una nueva oportunidad como profesor. Ahí le conocí yo. Se había marcado un principio firme: "la primera sonrisa mía que verán mis alumnos será en enero". La táctica funcionó. El castigo por haberse hecho el gracioso le había escaldado.
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