Cuando leí La isla de coral me llevé una sorpresa ante esta imagen de las creencias como una cuerda que se pone a prueba en las crisis, porque me sonaba haberla leído en C. S. Lewis.
He oído a los hombres hablar de creer como si fuera una cosa fácil. ¡Ay! A un hombre le es muy fácil señalar una cuerda y decir: “Creo que resistirá mi peso”, pero es muy distinto agarrarse a esa cuerda y balancearse con ella al borde del precipicio. (Robert Michael Ballantyne. La isla de coral.)
Hace unos días me encontré con una ficha antigua de Una pena en observación (libro magistral, por cierto) donde ser recogía esta metáfora:
Nunca sabe uno hasta qué punto cree en algo, mientras su verdad o su falsedad no se convierten en un asunto de vida o muerte. Es muy fácil decir que confías en la solidez y fuerza de una cuerda cuando la estás usando solamente para atar una caja. Pero imagínate que te ves obligado a agarrarte a esa cuerda suspendido en un precipicio. Lo primero que descubrirás es que confiabas demasiado en ella. (…) Solamente un riesgo real atestigua la realidad de una creencia. (C. S. Lewis. Una pena en observación.)
Mi cabecita ha descansado satisfecha al unir estas dos fichas, como si hubiera encajado dos piezas de un puzle.
No hay comentarios:
Publicar un comentario