Cuando yo era jovencito, con 16 o 17 años, en La Coruña, tenía un amigo al que le gustaba mucho la música y que aporreaba la guitarra con decisión. Se llamaba (y se llama) Santi Santos. En su casa creo recordar que oí por primera vez un disco de Silvio Rodríguez. No hemos vuelto a vernos, pero yo he sabido de él porque los amigos comunes me decían que se había dedicado a la música y tenía un grupo.
Tener un grupo de música era una de esas actividades para las que yo hubiera pronosticado un seguro fracaso rotundo: uno invierte mucha ilusión, tiempo y dinero y cosecha algunos buenos ratos y numerosos disgustos. Pero, al parecer, Santi ha logrado cierto éxito y ha grabado ya varios discos y todavía sigue en la brecha. Admirable. Admirable de verdad. Sus letras son ambiciosas y su voz suena cálida (me recuerda a "Los Secretos"). Aquí os dejo con una canción dedicada a Ferrol y un montajillo de fotos gallegas que alguien le puso de fondo. Con ustedes: "Los limones". Santi, ¡a ver si nos volvemos a ver! Después de esta entrada me deberás el repunte de las ventas de tus discos.
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