Película sobre una madre de diez hijos, que participa en todos los concursos habidos y por haber para sacar adelante a la familia. El marido es alcohólico, violento y autocompasivo.
No es frecuente que el cine se interese por personajes ejemplares, como en este caso por una madre católica con familia numerosa. En esta película la protagonista es excepcional. Aguanta con increíble paciencia las ofensas y humillaciones que recibe y mantiene la calma y la esperanza en las ocasiones más complicadas.
Me ha desconcertado, sin embargo, que la película nos oculte su faceta religiosa. Y, en general, su mundo interior. Sólo tardíamente empezará a confiarse a su hija mayor y nos desvelará un poco de esa misteriosa y extraordinaria interioridad. Hay, sí, una conversación con un sacerdote; pero resulta frustrante, al menos para el espectador.
No se la ve rezar. Sabemos que lo hace (se dice al final, por ejemplo, que visitaba al Señor en la Iglesia a diario) pero no se ve. Sorprende una vez a sus hijos, escondidos rezando el rosario y ella se emociona pero no dice nada, ni se une a ellos. ¿No reza ella ante los muchos problemas que la rodean? ¿Y por qué se esconden los hijos para rezar el rosario? ¿Ninguna referencia a Dios cuando ganaba esos providenciales concursos? Si la película hubiera mostrado su relación con Dios, si no omitiera ese aspecto, el personaje sería más próximo y amable; emocionaría. Tal y como se describe, sola y muda en medio de las tormentas, tiene un punto de extraña frialdad que roza lo inhumano.
Me gusta mucho como actriz Julianne Moore. También aquí, pese a lo dicho sobre su personaje. 4/5.
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