En el librillo de Cinco panes y dos peces, del cardenal vietnamita Nguyen Van Thuan, me encontré con una concepción del tiempo que comparto y que, más o menos, intenté explicar en una entrada anterior (aquí). Al escribir esa entrada, me acordé de este pasaje que ahora os traigo. Hablaba el difunto cardenal de su injusta detención y traslado a un campo de internamiento:
Esa noche, durante el trayecto de 450 km que me lleva al lugar de mi residencia obligatoria, me vienen a la mente muchos pensamientos confusos: tristeza, abandono, cansancio, después de tres meses de tensiones… Pero en mi mente surge claramente una palabra que disipa toda oscuridad, la palabra que Mons. John Walsh, obispo misionero en China, pronunció cuando fue liberado después de doce años de cautiverio: “He pasado la mitad de mi vida esperando”. Es una gran verdad: todos los prisioneros, incluido yo mismo, esperan cada minuto su liberación. Pero después decidí: “Yo no esperaré. Voy a vivir el momento presente colmándolo de amor.”
No es una inspiración improvisada, sino una convicción que he madurado durante toda la vida. Si me paso el tiempo esperando, quizá las cosas que espero nunca lleguen. Lo único que con seguridad me llegará será la muerte.
Pensando en el futuro que esperamos, podemos desatender el presente que estamos viviendo.
Esa noche, durante el trayecto de 450 km que me lleva al lugar de mi residencia obligatoria, me vienen a la mente muchos pensamientos confusos: tristeza, abandono, cansancio, después de tres meses de tensiones… Pero en mi mente surge claramente una palabra que disipa toda oscuridad, la palabra que Mons. John Walsh, obispo misionero en China, pronunció cuando fue liberado después de doce años de cautiverio: “He pasado la mitad de mi vida esperando”. Es una gran verdad: todos los prisioneros, incluido yo mismo, esperan cada minuto su liberación. Pero después decidí: “Yo no esperaré. Voy a vivir el momento presente colmándolo de amor.”
No es una inspiración improvisada, sino una convicción que he madurado durante toda la vida. Si me paso el tiempo esperando, quizá las cosas que espero nunca lleguen. Lo único que con seguridad me llegará será la muerte.
Pensando en el futuro que esperamos, podemos desatender el presente que estamos viviendo.
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