jueves, 6 de septiembre de 2007

Premeditación, Alevosía y Ensañamiento

Un pasaje gracioso de una lectura de abril:
―Mira el retrato de tío Joaquín ―dijo en voz alta―. Vivíamos en Sevilla muy cerquita de su casa. Es fiscal de la Audiencia y tiene las tres hijas que vas a ver… Esta es la primera, Sofía.
―¡Uf, qué fea…”! Dispénsenme ustedes, no he podido remediar este grito…
―Di lo que gustes ―manifestó la brigadiera―. Hace ya tiempo que estamos todos en ello.
―Mira la tercera, Gertrudis.
―Pues ésta es más fea aún.
―Aquí está la segunda, Lola.
―¡Demonio, ésta es verdaderamente horrible!
Julia se echó a reír, diciendo:
―En Sevilla las llaman “las tres circunstancias agravantes”: A la primera Premeditación, a la segunda Alevosía, y a la tercera Ensañamiento, por orden de fealdad.

(Armando Palacio Valdés, Riverita)

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Se ve que aquí se rompe la regla de aquel que decía que cuando alguien percibe fealdad, la mayoría de las veces no se percibe más que a sí mismo.

alfonso dijo...

A.S., no estoy seguro de entender el comentario, pero me parece que hay fealdades que no hay forma de no percibirlas. No sé. Gracias.

Anónimo dijo...

"Hay fealdades que no hay forma de percibirlas". Pues yo creo que si no la percibes no es fealdad, porque decir fealdad es un cierto juicio, y..., ¿cómo vas a juzgar si no percibes? Explícamelo.

alfonso dijo...

Creo que hay un lío con tanta negación. Mi frase era "hay fealdades que no hay forma de no percibirlas". Aquí van dos negaciones más una tercera que es la fealdad en sí.
Mi idea queda más clara (si cabe) si hablamos de una fealdad repugnante. Si uno de pronto siente repugnancia ante cierta fealdad, podemos empeñarnos en culpar al sujeto perceptor pero creo que exageraríamos.