Adán Buenosayres abandonó heroicamente sus colchones, fue a la ventana y, abriéndola toda, permitió que una luz torrencial invadiera su cuarto. Luego, fiel a una venerable costumbre de los poetas líricos, volvió a la cama y se dio a respirar el aire fuerte del otoño.
(Leopoldo Marechal. Adán Buenosayres.)
No hay comentarios:
Publicar un comentario