Frank Capra escribió una autobiografía (El nombre delante del título) en la que cuenta algunas anécdotas que bien pudieran ser sacadas de sus películas. Cuenta, por ejemplo, cómo salió de una especie de depresión gracias a las palabras de un personaje misterioso (¿un sacerdote?) que le acusó de cobardía y le explicó que no tenía derecho a dejar de hacer el bien. Unas palabras muy parecidas a las de Kiril en Andrei Rubliov (la entrada del blog aquí)
Esto es un fragmento de la “bronca” que Capra cuenta que recibió:
Usted, señor, usted puede hablarles a cientos de millones, durante dos horas…, y en la oscuridad. Los talentos que posee usted, señor Capra, no son suyos, no son autoadquiridos. Dios le dio esos talentos; son Sus dones a usted, para que los use en Su beneficio. Y cuando usted no usa los dones con los que Dios lo bendijo, es usted una ofensa a Dios..., y a la humanidad. Buenos días, señor.
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