jueves, 24 de abril de 2008

Cansadamente

Llueve cansadamente. Todo es blando:
la senara, la yerba, las raíces
del corazón, las tantas cicatrices
de la memoria, que se van borrando.
Primero fueron unos labios -¿cuándo?-;
luego, la nada, el desaliento. Dices:
"Maldito tiempo". Mas lo que maldices
es lo mismo que acabas abrazando.
Con el tiempo en los brazos, te encaminas
calladamente a nadie sabe dónde,
a un lugar que es el único seguro.
Tiembla la soledad por las esquinas.
Preguntas a la lluvia y no responde.
Todo es blando. Quizás. Pero qué duro.

(Carlos Murciano, Del tiempo y soledad)

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