Don Segundo Sombra fue una de las lecturas hispanoamericanas que me impresionaron más. Cuenta la historia de un aprendiz de gaucho, un resero, que descubre la dureza de las larguísimas jornadas a caballo. De ello habla esta cita, que trata del agotamiento
No estaba yo en mis tribulaciones de bisoño. Sabía que si en gran parte se resiste por tener hecho el cuerpo a la fatiga, más se resiste por tener hecha la voluntad a no ceder. Primero el cuerpo sufre, después se azonza y va, como sin tomar parte, adonde uno lo lleva. Después, las ideas se enturbian; no se sabe si se llegará pronto o no se llegará nunca. Más tarde, las ideas, tanto como los hechos, se van mezclando en una irrealidad que desfila burdamente por delante de una atención mediocre. A lo último, no queda capacidad vital sino para atender a lo que uno se propone sin desmayo: seguir siempre. Y se vive nada más que por eso y para eso, porque todo ha desaparecido en el hombre fuera de su propósito inquebrable. Y al fin se vence siempre (al menos así me había sucedido) cuando ya a uno la misma victoria le es indiferente.
(Ricardo Güiraldes. Don Segundo Sombra)
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