Los niños cuando juegan al fútbol quieren ser delanteros y marcar los goles. Ordinariamente no les gusta ser defensas ni mucho menos porteros. El portero suele aburrirse mucho. Y queda muy en evidencia si comete algún fallo.
El trabajo del cardena Ratzinger en la Congregación para la doctrina de la Fe es para mí como si le hubiera tocado quedarse de portero de la Iglesia veinte años. Pudiendo marcar goles tuvo que dedicarse a evitarlos.
Cuando, con el fallecimiento de Juan Pablo II, le tocó organizar a él el juego, resulta que teníamos un excelente jugador de campo que estaba sacrificándose en la portería. Y que, a Dios gracias, para deleite de su afición, todavía tiene mucho fútbol.
Por así decir.
Y hoy Benedicto XVI cumple 81 años y está visitando USA.
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