sábado, 20 de octubre de 2007

Roma, ya estoy de vuelta

He regresado, sano y salvo, y contento, aunque con el espíritu revuelto como un avispero: mezcla de disgustos, de asombros, de alegrías, de enfados, de sueño y cansancio, de orgullo y satisfacción. Volvería a ir en estas circunstancias (y me encantaría ir en otras).
Personalmente, destaco de mi viaje a Roma un momento que fue breve pero intenso: el reencuentro con la Pietà de Michelangelo. Estaba rodeadísima de gente y sólo la miré, de frente, desde la distancia.
Recité entonces, como una oración, la Penúltima estación del Viacrucis de Gerardo Diego:

He aquí helados, cristalinos,
sobre el virginal regazo,
muertos ya para el abrazo,
aquellos miembros divinos.
Huyeron los asesinos.
Qué soledad sin colores.
Oh, Madre mía, no llores.
Cómo lloraba María.
La llaman desde aquel día
la Virgen de los Dolores.

¿Quién fue el artista que pudo
dar morbidez al marfil?
¿Quién apuró su buril
en el prodigio desnudo?
Yo, Madre mía, fui el rudo
artífice, fui el profano
que modelé con mi mano
ese triunfo de la muerte
sobre el cual tu piedad vierte
cálidas perlas en vano.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Enhorabuena por sobrevivir y disfrutarlo: Roma, qué envidia. Por cierto, me gustaría saber cuál fue el plan que hicisteis porque mis niños también quieren montar un viajecito por allí y me gustaría tener datos: precios, alojamiento, lugares...
La poesía, que era desconocida para mí, impresionante.

alfonso dijo...

Edu,
L Avión a Milán y allí autobús a Venecia.
M Autobús a Florencia y por la noche a Roma.
XJV en Roma y regreso después de comer.
Mucho autobús los dos días primeros pero para mí que valieron la pena: ¡Venecia es tan inigualable! El hotel de Roma estaba en el... "último rinconcito" del mundo. Yo no participé de la organización previa, pero puedo enterarme. Ya te diré.