jueves, 1 de noviembre de 2007

Reflexiones sobre Freedom writers (y 3)

Al terminar segundo los alumos no quieren perder la que para ellos es la mejor profesora del mundo y Gruwell empieza a hacer gestiones para poder seguir los dos años siguientes.
Esto me pareció un error, pero sobre todo una comodidad.
En mi opinión la tarea que Gruwell afrontó en primero fue extraordinaria. Gruwell se entregó en cuerpo y alma y logró un imposible. La tarea que afrontó en segundo ya era más fácil, y más que iban a ser las de tercero y cuarto. Continuar con ese grupo es lo fácil y lo agradecido pero es abandonar la vocación que le llevó a dar clase y es también crear una depedencia innecesaria entre los alumnos y Gruwell. Si ya saben andar, ¡suéltales de la mano! Ya has cumplido lo principal de tu misión. Siempre podrán acudir a ti si después se vienen abajo.
Gruwell provoca además un enfrentamiento grave con sus compañeros de profesión, busca una excepción administrativa y se olvida de que hay otros alumnos que también la están necesitando y con los que su tarea (gracias al prestigio adquirido) sería mucho más sencilla.
La protagonista, según se nos presentó al principio, quería dar clase en un Instituto de integración y se trataba de algo muy vocacional, por lo que renunció a muchas cosas. Pero al final sólo dio clases a una promoción, publicó un libro, hicieron sobre ella una película y de sus deseos de enseñar en un Instituto nunca más se supo.

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